La muerte del libro y Twitter

El libro como objeto, está lejos de quedar obsoleto. Es un refugio en donde se pueden “palpar” las palabras, establecer un vínculo con el texto, con el mensaje. En cambio las pantallas electrónicas dependen de muchos recursos que la hacen débil ante las circunstancias más pueriles de la vida cotidiana como un simple corte de luz.

Hipólito escolar nos recuerda que las tablillas de arcilla se usaron durante 3.000 años y sobrevivieron al paso del tiempo por mucho más; la robustez y usabilidad son fundamentales. Por lo que viéndolo en perspectiva, estamos demasiado ansiosos por reemplazar el libro por el lector de e-books y, otros se niegan al cambio de soporte.

Sabemos de la ventaja del almacenamiento digital, pero también sabemos lo frágil de su preservación. Se depende de múltiples copias de un ítem para asegurar su preservación, pero nada asegura como el papel su usabilidad a la hora de leer.

Bueno, ni uno ni lo otro. La sociedad de la información nos conduce hacia un uso de la escritura distinto del que conocemos. Los intermediarios entre nosotros y las demás personas en esta sociedad, cada vez más estará dada por la mediación de la omnipresente Internet. La red de redes intercambia información a través de la textualidad básicamente, incluso la cultura de lo audio-visual atizado desde sitios como YouTube, o redes sociales como Facebook, han quedado eclipsadas por un medio de comunicación absolutamente original, totalmente adaptable, sencillo y que representa un medio eficaz y efectivo para comunicarse; que hace del culto del texto su motor de creatividad y que no reemplaza nada sino que hace de la mediación sólida y efectiva su característica fundacional: Twitter.

Esta aplicación utiliza 140 caracteres tan sólo, para crear una plataforma de comunicación desde la que se puede llegar a la información y a las personas de nuestro interés, podemos hacer conocer alguna información tan sólo escribiendo unos caracteres. El crecimiento sostenido y la adopción llamativa de este medio por los políticos, son un indicio de las potencialidades del texto en pequeñas dosis, pero inteligentemente usado.