Libro vs. Pantalla

Plantear una rivalidad entre libro y pantalla, parece conducir a una polémica sin solución. El libro como objeto material, testigo de las huellas de nuestra experiencia como lectores, no tiene rivalidad frente a la fragilidad, inmaterialidad y existencia efímera de los  píxeles, tinta electrónica o cualquier soporte que no “fije” de una vez y para siempre un conjunto de caracteres.

Sin embargo, la interconectividad, el acceso a millones de publicaciones, son el contrapeso de la balanza. Hasta el momento los soportes electrónicos están intentando imitar el libro tradicional. Intentos como el Kindle de Amazon, el Sony Reader, el papel digital, y la tinta digital, nos dan una idea cabal de que se quiere aunar las ventajas de los dos soportes y llegar a un punto intermedio que satisfaga la necesidad de materialidad y de multiplicidad de acceso.

Por el momento sólo podemos aferrarnos a esos entrañables objetos, que podemos manchar, doblar, prestar por años, perder y recuperar, y que de alguna forma guardan una relación con la historicidad personal que los “humaniza”. Son parte de nuestra memoria afectiva porque vemos en ellos la marca del paso del tiempo, y nos vemos a nosotros mismos, situándonos en los momentos en que estuvimos en la situación de lectura y las emociones que nos causó, las lágrimas que derramamos, las ideas reveladoras que descubrimos, la paz interior que hallamos o el dolor de espaldas que ganamos por estar sentados en la rama de un árbol.

Probablemente el libro como lo conocemos, en algún momento cambie hacia otro soporte. En la actualidad, la función del libro en soporte papel, es la oportunidad de lecturas placenteras que no tiene rival.

Por lo tanto una manera de solventar con éxito esta discusión, es hallar la forma de complementar los soportes. Es evidente que las ventajas del hipertexto están relacionadas con la adquisición de conocimiento, el trabajo intelectual y las labores relacionadas con el aprendizaje y nuevas formas de interactividad y combinación de recursos de texto, audio e imagen que posibilitan una nueva relación de los lectores con las fuentes de información.

Esto se complementa con el goce de la lectura, placer para el cual deberán estar disponibles los libros en los estantes de las casas o de las bibliotecas, pero siempre disponibles porque como toda costumbre, debe ser transmitida, y la situación personal e íntima de lectura que proporciona el soporte papel nos genera beneficios que debemos compartir.

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